En uno de mis tantos recorridos por las páginas Web
encontré la transcripción de una entrevista a Julio Cortázar en el programa radial español Esbozos(1980), conducida por Adelaida Blázquez.
Es un larguísimo y muy valioso reportaje. Las preguntas inteligentes dejaron espacio a las siempre lúcidas respuestas de Cortázar.
Transcribo solamente tres fragmentos, quizás en
otra oportunidad agregue otros. Me concentro especialmente en las respuestas de Cortázar sobre el concepto de nacionalidad
y pertenencia y también en aquella en la que nos da una buena razón para seguir escribiendo.
MartaArabia
A.B. Parece muy frívolo pensar, como lo
ha sugerido un crítico en un artículo reciente de Le Monde, que ser argentino no significa
gran cosa para Julio Cortázar.
JC: La conexión de un hombre con su
nacionalidad no me parece dada por el hecho que finalmente es un hecho fatal y
biológico de haber nacido en la Argentina, de padres argentinos, o haber nacido
en Liverpool de padres ingleses. Dicho esto, creo tener el derecho de agregar que
siempre me he sentido y me siento profundamente feliz y orgulloso de ser
argentino, pero no por una razón muy especial, no porque crea que ser
argentino, como lo piensan tantos argentinos, supone ser mejor que los
chilenos, mejor que los bolivianos, no; e incluso me ha valido polémicas y
enemistades, el hecho de que con mucha frecuencia en declaraciones públicas o
artículos, yo insisto en que sintiéndome profundamente argentino, me siento más
profundamente todavía, latinoamericano. Fíjate que es una experiencia de los
últimos 10 años ó 15 años, cuando empecé a viajar por América Latina, cuando
conocí sucesivamente países como Cuba, como México, como Venezuela, como Perú,
y descubrí que en todos ellos estaba en mi casa, con todo lo que tiene de
negativa la frase, porque en la casa de uno... uno no siempre encuentra las
cosas bien. En la casa está la familia, y ya sabemos lo que son las familias.
Pero está también el aspecto positivo, está esa cosa hermosa que tiene América
Latina, que es compartir una lengua, que a pesar de las diferencias
insignificantes te hace verdaderamente sentirte en tu casa, estés en Perú, en
Bolivia o, en tu casa de Buenos Aires. Entonces mi argentinidad no sólo la
reivindico, sino que quisiera terminar esta frase con una prueba muy simple. Yo
llevo 28 años en Francia, creo que conozco bien el francés y sin embargo, hasta
que me muera, seguiré escribiendo en español y más que en español, en
argentino.
A.B. Uno de
los principales exégetas de Rayuela,
Carlos Fuentes, dice que este libro agota todas las formulaciones posibles de
un libro imposible, y por otra parte alude a la sustitución en el mismo de la
famosa frase de Beufon: “El hombre es un animal que sabe que va a morir”, por
la de “el hombre no es, pero quiere ser, siendo este querer ser, la verdadera
meta de su búsqueda". Lo gracioso a este propósito es la frase sibilina
que el autor de Rayuela pone
en boca de uno de sus protagonistas: “París es el modelo original del ser”.
JC: Es posible que yo lo haya escrito, pero... como he pasado ya, los 60 años de edad, empiezo a tener fallas de memoria, y la verdad es que no recuerdo en absoluto haber escrito eso. Mi relación con París, bueno, está mal auto-citarse, pero yo debería remitir a quienes oyen esto a un libro como Rayuela y a muchos cuentos. Es decir, es un contacto de raíz profundamente mágica, de raíz poética, que hizo que yo viera en París una ciudad de elección, una ciudad en la que sin renunciar a la ciudad de toda mi vida anterior que es Buenos Aires, y que es una ciudad igualmente mágica, me dio, sin embargo, una especie de reverso de la medalla, me dio todo un mundo que no es concebible en la Argentina y en Buenos Aires. Mi conexión con París fue, y eso se nota también en mucho de lo que he escrito, por un lado una vinculación poética y por el otro, una vinculación metafísica, y en ese sentido sí, hay un cierto desc. De esencias que yo hice aquí y que no había hecho en ningún otro lado. Finalmente mi relación con París, yo creo que ha sido siempre una relación erótica... Yo creo que París es la mujer de mi vida.
JC: Es posible que yo lo haya escrito, pero... como he pasado ya, los 60 años de edad, empiezo a tener fallas de memoria, y la verdad es que no recuerdo en absoluto haber escrito eso. Mi relación con París, bueno, está mal auto-citarse, pero yo debería remitir a quienes oyen esto a un libro como Rayuela y a muchos cuentos. Es decir, es un contacto de raíz profundamente mágica, de raíz poética, que hizo que yo viera en París una ciudad de elección, una ciudad en la que sin renunciar a la ciudad de toda mi vida anterior que es Buenos Aires, y que es una ciudad igualmente mágica, me dio, sin embargo, una especie de reverso de la medalla, me dio todo un mundo que no es concebible en la Argentina y en Buenos Aires. Mi conexión con París fue, y eso se nota también en mucho de lo que he escrito, por un lado una vinculación poética y por el otro, una vinculación metafísica, y en ese sentido sí, hay un cierto desc. De esencias que yo hice aquí y que no había hecho en ningún otro lado. Finalmente mi relación con París, yo creo que ha sido siempre una relación erótica... Yo creo que París es la mujer de mi vida.
A.B. [...] la característica de un escritor auténtico es que se pasa la vida escribiendo el mismo libro, y no sólo su propio mismo libro, sino ese libro que se repite de un escritor a otro, de un idioma a otro, desde el principio de los tiempos.
JC: Este tema, este punto de vista me hace pensar bastante en algunas ideas de Jorge Luis Borges, algunas cosas que él ha escrito y ha dicho van por ese lado... la noción de que todo se vuelve a decir, [...] y te diría, ya que nos pusimos en un plan de citas, hoy me funciona bien la memoria, que hay una frase de A. Gide: “Toute choses ont fait dit déjà, mais comme personne n’écoute, il faut toujours recommencer”
( Todas las cosas ya se han dicho, pero como nadie las escucha, siempre es necesario recomenzar.)
Lo cual justifica que
algunos sigamos escribiendo el mismo libro.